La puta que no quería quitarse la ropa para follar

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Esto me pasó con una puta nigeriana en Bruselas hace unos años.

Las historias de putas más surrealistas siempre me han tocado en Bélgica. Allí no sé qué ostias pasa que la gente vive como en un mundo alternativo. Las dos veces que he ido a Bruselas, he caído por un barrio donde las putas suelen estar sentadas en una ventana tipo escaparate, viendo pasar a la gente, como en Amsterdam.

Si pasas y miras, te dicen que entres a follarlas, y mediante gestos, te intentan decir lo que cuesta una mamada o un polvo. Es divertido porque hacen gestos como de chuparla cuando se refieren a hacer sólo mamada, o hacen como que estan esquiando cuando quieren hablar de sólo follar. El hecho es que, ir de putas en Bruselas no es moco de pavo, siempre ocurre algo cutre, o surrealista como lo que aconteció en uno de mis viajes.

Era bien entrada la noche, y para pasar el rato, decidí pasarme por ese lugar con grandes cristaleras. Cuando vi a una que parecía estar buena, acordé un precio de 25 euros por un polvo, mediante gestos en la ventanuca. Qué barato, me dije. Entro por una puerta contigua, y la muchacha, una nigeriana de 32 años pero que aparentaba 20, me hace pasar a su habitación. En el hall o salón de la casa veo en una esquina, al lado de un sofá, como algo que se mueve, envuelto en un saco de dormir. Debería de haber alguien durmiendo ahí. Me mete en otra habitación, haciéndome el gesto de silencio, y en un giro rápido, me quita una bolsa que yo tenía en la mano con revistas, y se las queda. No le doy importancia a la frikez, y dejo que las lea. Que atrevida jaja. 

Ella entonces se va de la habitación sin decirme nada y espero. Me siento en la cama donde supuestamente haremos sexo, y me tiro esperando a mi nigeriana 10 largos minutos, que se hacen eternos, porque las ganas de follar estan ahí, y no se puede hacer nada para remediarlas. Podría estar leyendo las revistas, pero eso es lo que deduzco que debe de estar haciendo ella ahora.

Pasan otros 10 larguísimos minutos más y por allí no viene nadie. Saco la cabeza de la habitación y veo, atónito, en la salita, a la nigeriana con su amiga, la del saco, leyendo mis revistas.

Me mira, y me dice que me desvista ya. Yo hago lo propio porque quiero follar ya, y me quito la ropa. Estas tías deben de estar acostumbradas a la exquisita educación de los belgas, que no dicen na, ni rechistan, y hacen lo que ellas quieren. Acojonante lo de las revistas….

Me tumbo en una cama con una manta, más bien LA MANTA, es decir, la manta que usa todo el mundo que viene a follar a esa casa. No hay sábana alguna. Estoy tumbado en la manta donde ella y sus amigas duermen, la manta de las lefas y los sudores de viejos babosos con cifosis, la manta que usan los que van con prisas para limpiarse el cipote, en fin… La manta, que si se cae al suelo, se queda de pie.

La joven, por fin, aparece por la puerta, se sienta a mi lado, como Heidi con su abuelito, y empieza a masajearme el pito. No pasan ni 10 segundos y ya me está diciendo que por qué no me lo monto con su amiga también. Me insiste la ostia y finalmente le digo que venga, que me deje ver al menos a la otra, para ver bien cómo es, y decidirme mejor.

Viene la otra, y es un callo malayo de aupa, un feto reconstituido, así que me hago el tonto y le digo que mas tarde quizás me anime, la tía insiste, y como a tontos pesados no me gana nadie, continuo diciendo lo mismo durante un tiempo, repitiéndomelo una y otra vez que me lo monte con el feto, como un puto disco rallado. Hasta que se da cuenta de que es inútil seguir dándole vueltas a la cosa y se resigna. ¡Resignación! El callo se da la media vuelta, y se va a seguir leyendo mis revistas.

La nigeriana me sigue tocando la banana. Le digo: 

– ¿Por qué no te quitas la ropa?

– Tú darme más dinero y yo quitar, o no dejar que tú ver mis tetas ni tocar, si no pagas más.

Qué hijadeputa, ya me veo en este bucle infinito pagando por cada cosa que haga. Ya decía que 25 leuros era muy barato…

La doy 10 euros más, y se quita la parte de abajo solo, así que aprovecho y me monto encima, y venga, a follar. ¿Follar? Nooo hijooo nooo, no iba a ser tan fácil. 

Enseguida noto un forcejeo, es decir, una cerrada de piernas total, que hace que no pueda meter bien el ciruelillo. Más trabajo para mí y más para ella, argh, qué cruz. Insisto en el mete saca porque mis instintos más primarios se han apoderado de mí por completo, No pienso yo, piensa mi polla. Totalmente agotado, me tumbo a un lado, cansado, exhausto, y la invito a que se ponga encima mio, para poder descansar yo un poco.

Me dice:– si pagas más, me pongo encima-

Dios qué puta pesadilla. Quiero que acabe esta mierda ya (y eso que ni siquiera había comenzado).

Y añade:

– Qué cuerpo más bonito tienes– 

¿Era verdad lo que me decia? ¿O fruto de su imaginación? ¿O un truco para que pague más?. Daba igual, todo era una situación que no deseaba haber llegado. Con lo bien que estaría en mi hotel machacándomela, o con otra tia menos imbécil… Decido cerrar los ojos e imaginarme a una tia con la que me había tirado toda la tarde haciendole fotos que estaba bueníííísiiiimaaaa y que no pude tirármela.

Esto es un deporte que suelen hacer muchos casados, están follando, y para excitarse cierran los ojos y se imaginan a otra persona, bueno, qué ostias, no sólo los casados, sino cualquiera, que para eso todos pertenecemos a la complicada raza humana.

Por fin, tras un meneillo de 5 minutejos, me derramo como un monseñor en festivo, y no se me ocurre decir nada más que :

– ¡Ole España! ¡Y Viva Nigeria!

Pegando un grito que fijo despertó a media Bruselas, jaja. Salí disparado de allí, cogí las revistas que sujetaba aquel feto y juré no volver nunca más por aquel lugar.

Cuando llegué al hotel me hice una paja que me supo mejor que aquel polvo lastimero.

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