Lo bueno que tiene el porno es que te da la oportunidad de follarte auténticos pibones que en la vida real jamás podrías acercarte siquiera a ellas. Pero cuidado, no siempre todo es maravilloso. Aquí os voy a contar algunas anécdotas de rodajes accidentados.
Al principio, cuando aterrizas en el mundo del porno, flipas en todos los colores posibles. No estás acostumbrado a tratar con este tipo de chicas.
Hay cuerpazos de escándalo, caritas angelicales, auténticas diosas, de todos los tipos, exuberantes, muñequitas, tetonas, glamurosas…. Y todas son para ti.
Oh si, ser actor porno tiene esas ventajas, además de la pasta que te dan por follártelas, los viajes que haces y la gente que conoces.
Pero como todo en la vida, todo tiene su otro lado, y también hay alguna que otra desventaja de ser actor porno. Si además eres productor y director como es mi caso, todo eso se multiplica considerablemente hasta llegar a cotas inimaginables. El truco está en saber lidiar con todo eso y sobrevivir.
Por ejemplo, aquí os cuento una anécdota que me ocurrió hace muchos años, cuando empezaba, allá por 2002. Tenia que rodar una escena con una actriz extranjera. Tras muchos devaneos, de idas y venidas al hotel, por fin se pudo empezar la escena. En la habitación estábamos un fotógrafo belga y yo, junto a la bella actriz. Era una chica guapísima rumana de ojos verdes y rubia platino, con un tipazo sensacional. La chica hablaba algo de italiano y así es como nos entendíamos (hace mucho tuve un par de novias italianas y algo se me quedó). Así fue como me enteré de que ella nunca había hecho porno antes y que esta era su primera vez. Me lo dijo ya en la habitación, momentos antes de empezar.
Tenia ante mi un panorama acojonante, vamos. El belga era la primera vez que trabajaba conmigo también, y tuve que explicarle el manejo de la cámara de video y como quería los planos, porque él era fotógrafo, y tenía muy vagas nociones de filmar en video.
La rumana, que en su vida había hecho porno, me decía justo antes de empezar, cuando ya estábamos en pelotas, que el dinero que le iba a pagar le parecía poco… todo eran problemas.
Me quedé hablando con la chica tranquilamente una media hora, tratando de convencerle de que ese precio era el que habíamos pactado y que era feo cambiarlo en el último momento. La tía era una cabezona de flipar, y no se bajaba del burro en ningún momento. Por suerte toda la discusión sobre el dinero transcurrió como de buen rollo, sin malas caras ni gritos.
Mientras, el belga estudiaba mi videocámara dándole a todos los botoncitos que veía, con tal mala suerte que le dio al REC y me borró parte de una escena que había grabado con otro cámara esa misma mañana. La razón por la que había cogido a otro cámara era porque me habían encajado a un señor mayor, de unos 70 años, que además de temblarle el pulso la ostia porque tenía algo de parkinson, no tenía ni puta idea de grabar. Mira que le decía que no le diera al zoom, pues el venga dale que te dale al zoom. Un desastre de escena. Y me dije que nunca mais con ese cámara.
No fue solo eso, sino que en un momento dado de la grabación, justo cuando la actriz me estaba haciendo un lavado de escopeta, noto que me viene un olor fortísimo a mierda por mi derecha, justo por donde estaba el viejete. ¡El muy cabrón se había pedado! se le había escapado un pedo de esos que son como bombas fétidas!,
un oloroso de esos silenciosos que se te queda suspirando el culo 2 minutos, y de un hedor insoportable.
El sofoco era tal, que mi polla menguó y tuve un gatillazo ahí mismo. Ella me miraba como diciendo, que cojones pasa aqui? Mientras se reía. Yo le intentaba decir con gestos en mi mirada que había sido el cámara y no yo el del pedo. Entonces ella se reía más.
Si hamijos, el que se había “cagado”, era el anciano teutón.
Volvamos a la rumana. La tía me pedía el doble, y finalmente aceptó por unos pocos euros de más. En mis escenas porno, antes de hacer sexo, hay que hacer un poco de comedia. Le comento que tiene que hacer de una vendedora de bragas, que es lo primero que se me ocurre viendo el aspecto que tiene la joven. Siempre hago igual, según qué me sugiere el físico de la actriz, le digo que interprete un determinado papel u otro, por eso, cuando nos desplazamos al lugar donde vamos a rodar, estoy muy concentrado pensando en la historia que vamos a hacer a continuación, porque a mi me encanta improvisar sobre la marcha.
Llegamos y cuando empezamos a rodar, el cámara se lía, da a grabar cuando tiene que parar y viceversa, a la tía le da el ataque de risa en la que no puede parar y así es imposible hacer nada. Pasamos de la comedia porque es imposible hacer nada y hala, al folleteo.
Mientras follamos, me susurra al oído que es puta y que tiene un cliente que le paga miles de euros y que se tira toda la hora follándola en la postura del misionero sin parar. Todo esto me lo dice mientras que yo hago lo mismo que ese cliente por mucho menos dinero, mientras el cámara graba detrás nuestro. Por un momento parece que estemos charlando amigablemente en una cafetería, como dos amigos que se juntan para contarse sus cosas, pero estamos rodando una escena!
Seguimos hablando en todas las posturas posibles y al final nos hacemos amigos. Hemos estado casi toda la escena de charleta.
Después ella me da su direccion y teléfono y me dice que la revista Penthouse le ha hecho una oferta para fichar por ellos en exclusividad durante 5 años. Normal, es bellísima.
En la corrida, que ha de ser en la boca, ella hace un movimiento traidor y mi semen cae en su barbilla y cuello, no llegando a alcanzar su boca. Mira que le dije que quería que la corrida terminase en la boca. Esta triquiñuela es común en chicas que no les gusta el semen ni el sexo en si. Aunque le hayas dicho que quieres que la corrida sea ahí, pero nada. Hacen lo que quieren.
Nunca más supe de ella, por entonces vivía la vida loca y apenas tenía tiempo para conocer en profundidad chicas. Aquí os dejo este par de anécdotas, el de la rumana amigable y el cámara pedorro.