Recuerdo ese chochito tan pequeño y apretadito que tenía Lily. Era una delicia metérsela en ese tubo de mantequilla y derramarse en esa pequeña abertura.
Soy un gigante comparado con ella. Solo hay que fijarse bien en la diferencia de tamaño entre ella y yo. Para el que no sepa, yo mido 1,86 cm y ella supongo que aproximadamente 1,50. Éramos como la bella y la bestia. Yo enorme y ella pequeñita.
Pero aún recuerdo lo que sentía cuando se la metía en esa rajita diminuta. Como me costaba metérsela. Y cómo le gustaba cuando ya la tenía dentro. Muchas veces me confesaba que se corría como una bendita y a veces me pedía más.
Y es que no se puede tener todo en la vida, a veces lo bueno, pocas veces y breve. Menos mal que nos queda este legado videográfico de esta preciosidad, y que podemos disfrutarlo por los siglos de los siglos solo en esta web.