Sheyla es genial, es una madurita cachonda que me encontré fortuitamente en una Pillada por las calles de Madrid hace muy poco, si yo os contara lo que dan de si las Pilladas que locura, la cuestión es que vio que podía hacer algo de dinero, fue inesperado, ella no lo esperaba, y es como ella cuenta, al fina y al cabo follar follamos todos, se lo pasa bien y encima se saca unas perrillas, pues quedamos muy pronto otra vez para grabar un buen polvazo con tranquilidad, en la cama, donde más me gusta.
Sheyla es muy maja y aprovecho esta ocasión para conocernos mejor, nos cuenta un montón de cosas distraídas, por supuesto hablamos de sexo con ella, es de las cosas que más me gustan, me pone cachondo escuchar lo que les gusta y sus experiencias mientras me voy poniendo a tono, verla con esa lencería negra y se tipazo, hablando de comer pollas y como le gusta que la follen o decir que a un yogurín de 18 le pegaría un polvazo tan salvaje que lo dejaría tan seco que luego habría que ponerle suero…
Pues claro mi polla no aguanta más y yo que soy de ir con poca ropa por casa la tengo en la mano, tengo mi cimbrel que asoma juguetón, tieso y Sheyla que lo ve y es complaciente sabe que le apetece metérselo en la boca ca chupar y ni corta ni perezosa ahí va con todo, me chupa la polla con muchas ganas, con profusión, con mucha succión en el capullo y moviendo la lengua que lo flipas por dentro, de hecho nos cuenta que es normal que muchas veces se le corran en plena mamada, pero no pasa nada, porque se las vuelve a poner tiesas rápidamente y continúa follando sin parar.
La mamada me vuelve loco, no la recuerdo parecida el día que la pillé por la calle, quizá la situación o que aún no nos teníamos tanta confianza la soltó, pero ahora me está haciendo una mamada que veo las estrellas, ella sola, se abre el conjunto de lencería por abajo y nos enseña lo mojada que está, ese coño está pidiendo guerra y aquí que no hay reglas ni guión se sube encima a cabalgar como una perra, a darme masaje de polla sin parar y a pegarse ella unos buenos gemidos de placer hasta correrse y romperse de gusto.
Nos follamos, porque nos follamos los dos, el uno a el otro estamos que queremos sacarnos hasta el alma, en todas posiciones, me la follo en misionero metiéndole la puntita hasta el salón, a cuatro dándolo a ese culo con ganas viendo como rebotan esas nalgas, y luego ella se sube encima y comienza a darme caña ¡bendita experiencia! como me gusta follarme a maduritas cachondas que saben lo que quieren…
Al final lo que quiere son todos mis grumitos calentitos en la boca, ahí van, directos a boca, abre bien y se traga hasta la última gota de todo mi semen caliente que sale directamente del grifo, contenta, se relame, vaya polvazo tremendo…
