Yo he vivido varias vidas en la vida que estoy viviendo todavía. En una de ellas, era dibujante y solo me interesaba pintar. Un día me atreví con el color, era algo que le tenía mucho respeto y siempre buscaba cualquier excusa para no hacerlo. Di el paso y de ahí salieron unas bonitas ilustraciones, que quiero compartirlas con vosotros.
Es excitante ver como la vida pasa y detenerse a ver los cambios. Comparar como era uno antes y como es ahora. Los gustos, las pasiones, la manera de pensar… estamos en un mundo cambiante y nosotros no somos menos. Echo la vista atrás y me veo con 23 años, en una habitación de una pensión de las Islas Canarias, dibujando por la noche sin parar, concentrado en mis pinturas, olvidándome del mundo.
Por el día trabajaba de animador de hotel, decorador de fiestas y lo que se pusiera por delante. A las 8 salía y la noche era para mí. Allí, encerrado de mi habitación, me rodeaba de pinceles, témperas y una buena música, y me pasaba las noches enteras creando imágenes en el papel.
Aquí tenéis unas cuantas ilustraciones que hacía en esas noches de verano.
Los cuadros eran bastante grandes, el doble que un A3, y solía inspirarme en fotos o recuerdos. Me gustaba mucho experimentar con el color y siempre siempre dibujaba y pintaba con música. La música provocaba en mi un estado catatónico en el que el mundo como tal desaparecía y me ayudaba a conectar con un estado alfa. Es un estado que yo lo llamo la super concentración, algo de mi se conecta a lo que estoy haciendo, y sale todo solo. El mundo no existe.
Esos estados tan profundos eran droga pura. Una vez dejé ese trabajo de Canarias y volví a Bilbao, pasaba las noches en mi piso compartido hasta las 5 de la madrugada pintando. Y me conectaba a ese algo, que me dejaba desguarnecido, y por allí entraban y salían sentimientos mayores. Y ¿cual es el sentimiento más grande que puede experimentar el ser humano? El amor.
Y cómo podía transmitir lo que me pasaba si el amor que sentía no era correspondido o estaba lejos de aquí? Pues pintaba…
Pintaba como me sentía, como sentía el amor. Pintaba el dolor que me mataba. Yo quería estar con esas chicas de las que me había enamorado el pasado verano, pero muchas vivían en el extranjero, y yo no tenía ni dinero ni tiempo para ir a verlas. Entonces empecé a pintar a esas chicas como yo las recordaba, en un intento de querer estar con ellas.
En aquella época, 1993, sólo podías comunicarte por carta. Llamar por teléfono era carísimo y no había otra manera. Yo me imaginaba cómo se sentían ellas al recibir mis cartas de amor, un amor en la distancia, un amor condenado a no poder realizarse…
Un día dejé de dibujar este tipo de ilustraciones. Un día me dije, no quiero sufrir más. Y dejé de dibujar este tipo de cuadros. Cada vez que veía algo así, me venía a la mente todo el sufrimiento de no poder estar con mi amor. Metí todas las ilustraciones en una carpeta y hasta hoy no las he sacado de allí. Conservo algunas más que algún día os las enseñaré.
Que lejano me queda todo, que diferente era yo, que diferente era el mundo y que recuerdos me trae todo esto.
Bueno, ya sabéis una faceta nueva de mi, que creo que muchos la ignorábais. Pintaba por amor