Yo no hago porno para educar a tu hijo

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Por si no sabes quien soy, me llaman Torbe y me dedico al porno  desde hace más de 20 años, es lo que actualmente me da de comer y hace que mi vida tenga un cierto sentido. Creo que hay muy pocas  personas que sepan y conozcan mejor el porno que yo. Por eso me irrita sobremanera que haya un número de señoritas que jamás han  pisado un plató, o siquiera hayan visto una película porno, que digan cómo y qué pasa en un rodaje porno como si llevaran toda la vida rodando películas pornográficas.  

Lo cierto es que a día de hoy hay una enorme y terrible campaña  contra el porno. Las neomonjas feministas están alborotadas con  que las mujeres ganen dinero haciendo porno  No les gusta, alegando que se venden al servicio del placer del hombre. El porno, dicen,  está al servicio del patriarcado, por eso les exigen que no sean  parte de ese circo. Lo que ellas quieren ignorar es que las mujeres también se masturban viendo porno y que muchas se sienten realizadas haciendo porno porque, además de ganar dinero, disfrutan y dan rienda suelta a sus fantasías. Pero eso les da igual, no quieren  escuchar a las que trabajan en este sector, van a por un objetivo: el  hombre.

Ahora se meten con los que hacemos porno diciéndonos que es nuestra obligación educar mediante el porno. Ese no es mi  deber y, en todo caso, se lo tendrás que exigir al Ministerio de Educación, chatina, a mí no, vamos, a mí qué me cuentas. Lo cierto es que estaría muy bien que en un país tan progre como este que sufrimos se hiciera algo en serio con la educación sexual, porque lo que se ha hecho hasta la fecha es una tomadura de pelo. ¡Pero si la educación sexual española lleva estancada 40 años en la charlita de la monitora que llega al colegio con un plátano y un condón! Al menos  que no tiren balones fuera culpando a la industria del porno de todos los males, y exigiéndonos una responsabilidad que no viene a cuento… Y eso en el mejor de los casos, cuando no les da por querer abolir nuestra libertad de producir y consumir videos donde gente mayor de edad firma un consentimiento informado en forma de contrato para hacer las cosas guarras que nos salen de los huevos.  

El porno es la representación gráfica de algunos actos sexuales con el objetivo de crear excitación y lograr placer. El porno, los actos sexuales, la excitación y lograr placer no son malas cosas. Lo malo es creer que la vida es una peli y tener cero educación o conocimiento sexual. Por lo demás, incluso los sexólogos recomiendan a muchos de sus clientes ver porno como parte de la terapia de algunos problemas. Sí, es cierto, muchos sexólogos recomiendan ver porno. 

Pero los pornógrafos no tenemos que educar, ni curar, ni nada de eso. Nosotros estamos al servicio de la buena paja y lo que hacemos es un  producto de ocio, de entretenimiento, como Netflix pero en marrano. ¿Tiene toda obra cultural, todo cine, literatura o cualquier arte, el deber de ser educativo? ¿Y los programas de la tele, esos de audiencias multimillonarias que ya no se pueden llamar “telebasura” porque es algo muy clasista y ofende al colectivo de marujas? ¿Tengo yo que dejar de hacer bukakes sólo para que los adolescentes pornonativos no piensen que es estadísticamente frecuente que una buena moza arda en deseos de engullir un cuenco de leche recién ordeñada?

Alucino cuando escucho a alguien defender que tenemos que olvidarnos de grabar fantasías y que tenemos que ser conscientes de que llevamos a confusión a la chavalería. ¿Pero acaso he pisado yo  una facultad de magisterio? ¿Desde cuándo tengo yo la obligación de ser un profesor para instruir sobre la sexualidad de la gente? ¿Quiénes son ellas para decir lo que está bien o mal en el sexo? Porque vamos, según ellas, el sexo hay que hacer la del misionero y se acabó. 

No escucho nada sobre los niños que meriendan sentados en el sofá enfrente del Sálvame que ve su madre, con la gente insultándose, sacando trapos sucios (muchas veces de tipo sexual, humillando a la gente por su intimidad) y mostrando dramas y miserias varias, así como conductas aberrantes. Se ve normal que una persona que antes era tu amiga y digna de tu confianza vaya a un programa de marujeo a  ponerte a parir y sacar tus trapos sucios a cambio de dinero. ¿Dónde está la moral ahí? Tampoco veo campañas de la DGT responsabilizando a Fast & Furious porque muchos ciudadanos ejemplares pasen de usar los intermitentes y unos cuantos delincuentes se crean que pueden jugar a las carreras poniendo en grave peligro al resto de la gente.  Vuestros hijos ven todo tipo de contenido muy alejado de lo placentero, creativo y enriquecedor que es el sexo, y lo ven en internet y en la tele. 

Tampoco se les dice a los propietarios de viñedos, hombre por favor, que tengan en consideración el enorme problema que es el alcoholismo o reflexionen sobre la responsabilidad que tienen sobre los botellones que se montan los adolescentes, en una edad en la que  el alcohol es especialmente dañino para el cerebro. 

¿Qué pasa? Pues lo de siempre. El maldito puritanismo que parece  mentira pero sigue dando por culo y cegando a la sociedad. Exponemos a los niños a todos los horrores del mundo en el telediario,  pero resulta que lo peor que puede pasarles es emocionarse un poco cuando están en plena explosión hormonal y descubren imágenes  de gente dándose a la guarrerida. Vaya por Dios, los cuerpos y los placeres de los cuerpos siguen siendo pecado, ahora pecado laico. 

El porno que yo hago es una fantasía y un divertimento para mayores de edad. Que los menores de 18 o los mayores de 18 que no sepan nada de sexo porque no han recibido ni una puta mierda de educación sexual se flipen con mi contenido, les venga mal, o muy bien, o  lo que sea, desde luego será cuestión de una carencia que traían ya de serie, nada que ver conmigo. 

En las personas que tienen un buen conocimiento de los placeres, de  los deseos, y se relacionan bien con la gente a la que quieren follarse, las representaciones sexuales pajilleras serán eso, una fantasía y no una escuela. Lo que tienen que hacer esos que nos gobiernan es  reunir a un comité de expertos en educación y en sexo, pero de los  de verdad, y estrujarse las neuronas en las horas que dure la jornada laboral que les pagamos buscando la fórmula que logre acabar con la tradición oscurantista que arrastra el sexo en España. Y ya con eso igual pueden dejar de tocarnos los cojones y las libertades sexuales y expresivas

No nos engañemos: cargar contra el porno es cargar contra el  sexo libre entre mayores de edad capacitados y consintientes.  El argumento que esgrimen las feminazis contra el porno es que confunde a los chavales o que se cosifica a la mujer, pero la realidad es que son todo falacias puritanas que llevan muchos años desmontadas y que “casualmente” vuelven a salir a la palestra. Hay que regular, o mejor, hay que PROHIBIR, porque allí donde exista un tío hetero gozando alegremente, hay un peligro inminente, un monstruo. Y la que esté disfrutando con él es una pobre víctima manipulada por el villano perfecto, por el enemigo público número uno. No vaya a ser  que la gente pueda vivir disfrutando… Eso no convenía a la Iglesia cuando necesitaba controlar a la gente y, por la misma razón, no conviene a los nuevos poderes.