Que puta mierda esto del COVID, nos lleva a todos locos, pero a la hostelería los está golpeando especialmente. Me encuentro a una joven por la calle, viene con porte decidido, andado frente a mi, lo que no cubre la mascarilla pinta bien, parece que hay tetamen, buen tipo y unos ojos simpáticos, marrones y bonitos a primera vista. Le entro descaradamente, ya no queda vergüenza alguna en mi hamijos, y me dice que trabajaba en un bar, la han tenido que dejar ir por la situación actual y ya no le queda ni Erte ni paro.
La tormenta perfecta, le hablo sobre un trabajo, uno curioso, pero despejo dudas, no es nada de rollo piramidal ni ostias de esas, pero si le digo que tiene que venir a la oficina para que se lo cuente mejor, claro, la oficina ya es una cama, digo yo, que algo ya se van oliendo. Y la verdad rompe mucho el hielo, para que nos vamos a engañar. Un buen piso, una buena cama, ofrezco dinero, tontos no somos, ya sabemos a que vamos. El dinero es goloso, pero la chica más y Ana Milka se me queda en pelotas a los 5 minutos.
Tiene unas tetas riquísimas, y una cara mucho más bella y morbosa de lo que imaginaba tas la mascarilla, esa boquita pega unas mamadas terribles de buenas y bestias que son, te deshace la polla y te la deja a punto de caramelo, pero claro ¡que vas a esperar de una teen de 19 primaveras! pues que se te coma entero y eso hace.
Me sorprendió muchísimo su culo, tiene un culo duro, tragón y tremendo, se la meto en el chocho pero a 4 para poder ver bien como entra y sale en su culo y me pongo perro perdido, ella lo nota, se me pone dura como una piedra dentro de su coño y estoy a punto de explotar, ella gime con fuerza y se pega una corrida tremenda.
Yo no puedo más, la acuesto en la cama y me dispongo a darle toda la leche que tengo, para que recupere energía con unas buenas vitaminas y Ana Milka se traga hasta la última gota ¡que follada!
