La autora Cristina Seguí, que acaba de sacar el libro “Manual de como defenderte de una feminazi” sufre cada día el acoso de una panda de desarrapaos que día si, y día también, insultan e insultan sin parar, solo porque pone en jaque al movimiento feminazi.
Había prometido dejar Twitter, porque eso en el fondo es un nido de hijos de puta que no saben hacer otra cosa que insultar, pero finalmente me hice una cuenta con la única intención de anunciar las escenas porno que estaba sacando y los artículos en mi blog.
Un buen día un amigo me regaló un libro bastante interesante con un título muy atractivo. «Manual para defenderte de una feminazi y otros asuntos de alta necesidad», de Cristina Seguí. Indagué en YouTube un poco sobre esta periodista y la verdad es que me cayó muy bien. Su libro me lo leí en dos sentadas y me llama la atención que no se corta un pelo en decir las cosas como son. Con fina ironía y bastante humor.
Me encanta la descripción que hace de todos los tipos de Feminazis que hay hoy en día, y la verdad es que leer ese libro me ha inspirado a que quizás yo escriba otro, hablando de este patético movimiento pagado por Soros.
Pues bien, se me ocurrió utilizar mi cuenta de Twitter para sacar una foto con el libro y recomendarlo, el tuit estuvo 10 días publicado sin ningún comentario, pero de repente un día hizo Boom, y aquello fue un sin parar; y de forma ordenada, recibí cientos de tuits insultándome a mí y a Cristina.
Finalmente mi teoría sobre lo que ocurre en Twitter me daba la razón. Hay organizaciones pagadas por Feminazis que se dedican a insultar, calumniar y destruir a cualquier persona que piense diferente a ellos. Se organizan en grupos y fijan un objetivo. Y te destrozan. No te da tiempo a bloquearles porque son muchos, y no discuten o argumentan, simplemente insultan.
Uno tras otro. Son los satélites dirigidos del Feminazismo mñas radical, que lo que quieren es atacar e insultarte. Son como una mosca cojonera, no paran un segundo. Empiezan a retuitear y a meter amiguitos en la charla, y de la noche a la mañana cuando abres el Twitter ves miles de mensajitos diciendote barbaridades. Yo tengo el culo pelado de que me insulten, lo llevo sufriendo desde que empecé en el porno por el mero hecho de ser gordo. Es algo que no me afecta ya. Pero cualquier persona que se vea inmerso en un ataque de semejantes proporciones, es muy posible que cierre la cuenta o se vuelva loco. Esa es la estrategia que utiliza el feminismo a día de hoy en Twitter.
El acoso. El ciber acoso. El bullying. Sus argumentos son tan débiles que no son capaces de debatirlos, y por eso se circunscriben sólo al insulto. Son patéticos. Obviamente yo no voy a detenerme a contestar a estos energúmenos, pero todavía siguen queriendo hacer daño con cosas del pasado que ya están más que demostradas. Como por ejemplo todo lo que tuve que pasar por culpa de las denuncias falsas, o que el 90 % de mi caso ha sido sobreseído y archivado. No paran de mandarme noticias que salieron hace cuatro años de cuando todavía el juez no había archivado todo eso.
Y como la maravillosa prensa que tenemos hoy en día no da el mismo trato a una noticia bomba que a una noticia que desmonta esa bomba, pues tengo 100.000 noticias que me acusan de barbaridades, y solo un par que dice realmente lo que ha pasado. Creo que limpiar mi imagen va a ser algo muy complicado porque siempre va a parecer el típico gilipollas que sacará la noticia de hace cuatro años. Pero que le vamos a hacer, vivimos tiempos en los que los ignorantes tienen voz y voto y no se les puedes callar. Hay que pasar al lado de ellos desviando la mirada sin pararse ni darles ninguna atención, porque eso es precisamente lo que buscan, un poco de atención, de cariño. De sentirse alguien en sus vidas de mierda. Buscan la atención haciendo daño, como lo hace un niño en el recreo, pegando a la chica que más le gusta.
Las feminazis se ven acorraladas, no saben cómo salir de este entuerto, porque es prácticamente imposible defender sus ideas. Y por eso aluden al insulto personal, a la descalificación más peregrina. El patetismo que dan es flagrante. En fin, yo sigo a lo mío, que es rodar porno, dibujar cómics, escribir libros y pasármelo bien. Sobre todo esto último, que creo que es lo que se les ha olvidado por completo a estas tristes y patéticas feminazis.