En la cárcel no podía hacer otra cosa que ver la puta tele para saber algo del mundo exterior. Y viendo la caja tonta me di cuenta de algo que se había impuesto de manera brutal, y era el puto corte de pelo. Todos los tíos parecían que iban a la misma peluquería. Todos cortados de la misma manera. Muy cortito y los lados más cortos que la parte de arriba. Y algunos llevaban esa infamia de corte de pelo a extremos que provocaban la risa, cortándose al cero los lados, y dejando un mocho encima de la cabeza. Patético todo.
Patético que todo el mundo siga esas modas imbéciles que lo único que quieren es que pases por caja y patético que todo el mundo se ponga de acuerdo en ser una misma persona clonada hasta la extenuación. Pero, ¿por qué todo el mundo imita ese corte de pelo? ¿Quizás quieren verse aceptados por la sociedad en sí misma? ¿Tienen miedo a sentirse excluídos?. ¿Miedo al rechazo? ¿Creen que así gustarán más a las chicas?. Todo es muy absurdo. Yo en la cárcel alucinaba. ¿Qué cojones estaba pasando?
En el pasado verano, que pasé en la cárcel de manera injusta, era el único que tenía el pelo largo, y era porque tenían que hacerme unos análisis de cabello para concretar que no había tomado drogas, porque habían algunas que en sus mentiras decían que yo tomaba coca. Ver para creer. Qué infamia.
El acoso de los demás presos para que me cortara el pelo era contínuo y yo me partía el culo. Que coquetos eran todos allí, como se ponían la ropita y se cuidaban el pelo. Pero que estamos en la puta cárcel, señores. A mi me la pelaba todo estando allí, e iba siempre de cualquier manera.
En fin, esto demuestra que hay más gente de la que pensaba sin personalidad. Por cierto, sigo escribiendo el libro de mis memorias de la cárcel. Ya queda menos.